La imaginación no es más que la memoria fermentada, dice António Lobo Antunes corroborando algo que ya es sabido desde el principio mismo de la novela: que esta se nutre de la experiencia, ya sea la del autor, ya sea la de otras personas. Sin embargo, hay críticos literarios que pretenden todavía deslindar ambos conceptos, como si autobiografía y ficción, o biografía y ficción a secas, fueran ideas contradictorias. Así, anulan todo lo que confunda ambas, calificándolo de antinovelesco.
El trabajo de escribir consiste precisamente y entre otras cosas en difuminar los géneros, en tanto en cuanto que estos no son más que convenciones. Y, en cualquier caso, lo que me interesa a mí es trasmitir sentimientos, que son lo opuesto a las normas. Para normas ya tenemos suficientes en la vida.